Si bien los beneficios de estar conectado son innegables, la proliferación de pantallas y aplicaciones aumenta el riesgo de sufrir diversos perjuicios que pueden derivarse de un uso desequilibrado. Siendo así, cabe preguntarse, ¿es peligroso estar hiperconectado? Veamos los distintos aspectos de esta interrogante.
1. Internet: un factor que incita la hiperconectividad
La hiperconectividad no ha surgido por accidente, sino por un progreso tecnológico que ha permitido desarrollar dispositivos más eficientes y accesibles. Es por ello que Internet se ha convertido poco a poco en una herramienta de trabajo e información imprescindible para muchas personas. También, en un instrumento que satisface las necesidades y deseos de los individuos, como socializar en todo momento y tener acceso casi ilimitado a todo tipo de entretenimiento.
Y todo es tan cierto, que solo basta darse cuenta cómo somos empujados a usar nuestras pantallas; ya sea desde un smartphone, tablet u ordenador, estos dispositivos nos hacen la vida más fácil y nos permiten estar conectados en cualquier lugar y momento. Todo gracias a todas las tantas posibilidades de acceso a Internet y a las innumerables aplicaciones y plataformas diseñadas para captar nuestra atención.
De hecho, utilizamos nuestros dispositivos para prácticamente todo, tanto en casa y en la escuela, como en el trabajo. De hecho, Internet es tan conveniente que hemos dejado que se apodere de nuestras vidas, a veces demasiado; yes ahí donde radica el riesgo.
2. El peligro de estar hiperconectado
Existe una importante cantidad de estudios científicos que demuestran que el fenómeno conocido como “hiperconexión digital”, explica que mantenerte conectado a Internet más de tres horas al día, puede generar consecuencias contrarias a la salud.
En la salud mental y física se entiende que la inmersión en el mundo digital y la virtualización de los procesos de socialización que acompaña, contribuyen al desarrollo de un amplio espectro de trastornos físicos y psicológicos. En este sentido, te mostramos los principales peligros asociados al hecho de estar hiperconectado:
2.1 Impactos físicos
Aunque la mayoría de las personas considera que la exposición excesiva a las pantallas no tiene impacto alguno en su salud en general, en realidad esta práctica está asociada a una variedad de consecuencias negativas, siendo las principales:
2.1.1 Inactividad física y sobrepeso
Pasar demasiado tiempo frente a pantallas se asocia con un peor desarrollo de la motricidad libre, peor alimentación, menor nivel de actividad física y menor potencia muscular. Además de aumentar el sedentarismo, la hiperconectividad contribuye al riesgo de sobrepeso y obesidad tanto en jóvenes como en adultos.
2.1.2 Falta de sueño
Las pantallas producen una luz azul que retrasa la liberación de melatonina, hormona necesaria para conciliar el sueño. Los jóvenes sienten más los efectos de la luz azul porque sus ojos no la filtran tan bien como los de los adultos, ya que en estos individuos, el cristalino ocular tiende a nublarse con la edad. Por lo tanto, cuando se mantiene una conectividad en estas pantallas por la noche, éstas interfieren con el sueño.
Además, la atracción de múltiples actividades en línea (juegos, redes sociales, videos) alienta a muchas personas a posponer el sueño. Este fenómeno es aún más común entre los adolescentes cuyo reloj biológico tiende a cambiar naturalmente, lo que ya los mantiene más despiertos por la noche y hace que despertarse temprano en la mañana sea más doloroso.
2.1.3 Mala postura
El uso de dispositivos en una posición que no sea ergonómica puede generar problemas de postura a largo plazo, los cuales pueden causar dolor de espalda, hombros, cuello y muñecas, entre otros.
2.1.4 Trastornos oculares
La hiperconectividad puede provocar sequedad en los ojos, fatiga visual, visión borrosa, dolores de cabeza u hormigueo, así como pérdida de atención o concentración. Las pantallas pueden ser responsables del desarrollo de ojos secos y visión fluctuante, provocar fotofobia (sensibilidad excesiva de los ojos a la luz), causar o agravar problemas de coordinación ocular y promover la progresión de la miopía.
2.2 Impactos psicológicos
Cuando las pantallas se usan incorrectamente o se usan en exceso, puede provocar trastornos en el plano psicológico, incluyendo:
2.2.1 Reducción del bienestar
El uso inadecuado de las pantallas puede contribuir a una caída de la autoestima, al tiempo que promueve un aumento del estrés y la ansiedad. Recibir constantemente notificaciones del correo electrónico, las redes sociales y otras aplicaciones resulta estresante, lo que se ve acentuado por el deseo de responder rápido o interactuar al instante. En los casos más severos, la hiperconexión puede conducir a un estado de agotamiento o incluso de depresión.
2.2.2 Deterioro de las funciones cognitivas y ejecutivas
En los jóvenes, la hiperconectividad está relacionada con una disminución de la concentración, la memoria y la atención. También se ha establecido un vínculo perjudicial entre el tiempo que se pasa frente a las pantallas y las funciones ejecutivas, las cuales permiten tomar decisiones, planificar el futuro o afrontar nuevas situaciones, y que estrechamente relacionadas al éxito educativo, al desarrollo de habilidades sociales y a la adopción de hábitos de vida saludables.
2.2.3 Adicción
De forma similar al el alcohol y otras drogas, estar híper conectado puede desarrollar estados adictivos al activar lo que se llama el “circuito de recompensa” del cerebro. El usuario que busca y obtiene estas recompensas repetidamente, ya sea recibiendo likes, notificaciones o jugando videojuegos, se acostumbra a la sensación gratificante que se genera de la segregación de dopamina, popularmente conocido como el neurotransmisor del placer.
Además de perder el interés por actividades que generan poca dopamina (por ejemplo, jugar un juego de mesa o escuchar a su profesor en el colegio), la persona adicta a la hiperconectividad experimentará un estado de “síndrome de abstinencia” cuando se ve privado de la posibilidad de conectarse a Internet.
2.3 Date un respiro
A pesar de lo expuesto, es muy posible reducir, cada uno en su propia escala, los riesgos asociados con la hiperconectividad. Algunas de las medidas más recomendadas son:
- Abogar por un uso razonado y sin excesos de herramientas dedicadas, así como a ser más eficientes con el tiempo de conexión.
- Reservar periodos reales de desconexión; por ejemplo, durante las comidas, antes de dormir o al realizar alguna actividad física.
- Reprimir el uso del smartphone en el dormitorio.
- Usar filtros para reducir la luz azul por la noche (función integrada en muchos teléfonos inteligente o descargable de forma gratuita).
- Desconectar las notificaciones (tonos de llamada, vibraciones, alertas, destellos de luz).
- Establecer límites de uso definiendo horarios.
3. Conclusión
Este problema de la hiperconexión es un asunto serio. Las tecnologías de conexión y comunicación digitales llegaron para quedarse, por lo que debemos hacer un esfuerzo en desarrollar mejores relaciones con ellas, a fin de evitar las consecuencias negativas asociadas al hecho de estar hiperconectados.
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6. Fuentes y Referencias
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